Ética de la investigación
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Consulta previa e informada, repartición de beneficios, manejo adecuado de los recursos, protección/uso de la biodiversidad, autonomía y autodeterminación, soberanía alimentaria/biótica y muchos temas más, confluyen en la etnobiología aplicada. Una gran parte de estos temas y discusiones pertenecen al campo de la moral, remontando o extrayéndose a espacios muy lejanos de la práctica científica (sensu stricto).
Entre las lecturas que engloban la sesión de esta semana se encuentran códigos éticos, marcos de reflexión del futuro mediato de la disciplina, casos de personas que sintetizan moléculas a partir del conocimiento tradicional, apuntes para una mejor elaboración de reportes científicos y reflexiones acerca del paradigma de la disciplina.
A juicio de quien escribe, entre todas estas lecturas salta un punto en común, i.e., un compromiso del investigador para con la objetividad. Un llamado tan diverso como el quehacer etnobiológico y que invita (si no es que obliga) a ser objetivo en el trato de las personas y la evaluación de sus condiciones de precariedad, un trato objetivo de los datos y sus correspondientes análisis, un sentido objetivo en la aplicación de los esquemas imperantes de propiedad intelectual, entre otros.
Son muchos los pasos que se deben de seguir en la investigación etnobiológica y en cada uno de ellos aplica un principio ético. El párrafo anterior nos remite a pensar que a pesar de que cada uno de los procesos debe de conducirse con objetividad (sensu lato), la naturaleza de los principios éticos en cada paso debe, por un lado, seguir una guía de congruencia y, por el otro, adecuarse al tema particular que en cada paso se trata. No es lo mismo, por ejemplo, cumplir con el requisito de la consulta previa en informada que asumir a las comunidades locales como verdaderos custodios de la diversidad biológica. Tampoco es lo mismo acordar beneficios compartidos de la comercialización de una molécula que acordar beneficios compartídos a partir de la síntesis de un producto nuevo a partir del conocimiento ya existente.
Tantos son los juicios éticos que rigen una investigación etnobiológica como posturas hay alrededor de como desarrollarla. En esta sesión y en consecuencia con la anterior, trataremos de consensuar acerca de los elementos imprescindibles para la realización ética de una investigación etnobiológica.
Siendo este el panorama general, sirvan las siguientes preguntas como guía inicial de la discusión.
¿Por qué son necesarios los códigos éticos y su vigilancia por parte de las asociaciones profesionales?
¿Son los etnobiólogos depositarios, catalizadores o analistas del conocimiento tradicional?
¿Qué es lo que hace realmente ético un reporte de investigación cuando ya se entregó?
Recuperando el sentido documento de Arturo Argueta y transformando un poco sus pensadas preguntas, las incorporo también a la discusión.
¿Cuáles serán nuestras condiciones en el nuevo siglo, qué tenemos y qué podremos oponer a la avalancha de presiones, esfuerzos científico-empresariales, proyectos y planes para la búsqueda y obtención de nuevos productos?
¿Cuáles son los obstáculos y oportunidades para que los pueblos y organizaciones indígenas, y las comunidades locales, incidan en la toma de decisiones y en la gestión social de los recursos naturales en sus territorios y fuera de ellos, cómo participaran en la elaboración de normas, reglamentos y leyes respecto a la conservación y aprovechamiento sustentable de la biodiversidad que la nueva juridicidad está reconociendo como perteneciente a dichos pueblos, como abordarán el diseño de instrumentos y el establecimiento de Consejos, comités de vigilancia y supervisión y otros organismos que coadyuven al cumplimiento de la ley? y ¿Cómo podemos ayudar a estos pueblos y organizaciones a sortearlos desde la etnobiología?
¿Cuál es la estrategia DESDE LA ETNOBIOLOGÍA para que en la siguiente década además de solamente quejas y recurrencia al orden legal, las comunidades locales, los pueblos y las organizaciones indígenas puedan apropiarse socialmente de los recursos de la biodiversidad y desarrollar planes, programas y proyectos para el uso y aprovechamiento sustentable de dicha biodiversidad?
A juicio de quien escribe, entre todas estas lecturas salta un punto en común, i.e., un compromiso del investigador para con la objetividad. Un llamado tan diverso como el quehacer etnobiológico y que invita (si no es que obliga) a ser objetivo en el trato de las personas y la evaluación de sus condiciones de precariedad, un trato objetivo de los datos y sus correspondientes análisis, un sentido objetivo en la aplicación de los esquemas imperantes de propiedad intelectual, entre otros.
Son muchos los pasos que se deben de seguir en la investigación etnobiológica y en cada uno de ellos aplica un principio ético. El párrafo anterior nos remite a pensar que a pesar de que cada uno de los procesos debe de conducirse con objetividad (sensu lato), la naturaleza de los principios éticos en cada paso debe, por un lado, seguir una guía de congruencia y, por el otro, adecuarse al tema particular que en cada paso se trata. No es lo mismo, por ejemplo, cumplir con el requisito de la consulta previa en informada que asumir a las comunidades locales como verdaderos custodios de la diversidad biológica. Tampoco es lo mismo acordar beneficios compartidos de la comercialización de una molécula que acordar beneficios compartídos a partir de la síntesis de un producto nuevo a partir del conocimiento ya existente.
Tantos son los juicios éticos que rigen una investigación etnobiológica como posturas hay alrededor de como desarrollarla. En esta sesión y en consecuencia con la anterior, trataremos de consensuar acerca de los elementos imprescindibles para la realización ética de una investigación etnobiológica.
Siendo este el panorama general, sirvan las siguientes preguntas como guía inicial de la discusión.
¿Por qué son necesarios los códigos éticos y su vigilancia por parte de las asociaciones profesionales?
¿Son los etnobiólogos depositarios, catalizadores o analistas del conocimiento tradicional?
¿Qué es lo que hace realmente ético un reporte de investigación cuando ya se entregó?
Recuperando el sentido documento de Arturo Argueta y transformando un poco sus pensadas preguntas, las incorporo también a la discusión.
¿Cuáles serán nuestras condiciones en el nuevo siglo, qué tenemos y qué podremos oponer a la avalancha de presiones, esfuerzos científico-empresariales, proyectos y planes para la búsqueda y obtención de nuevos productos?
¿Cuáles son los obstáculos y oportunidades para que los pueblos y organizaciones indígenas, y las comunidades locales, incidan en la toma de decisiones y en la gestión social de los recursos naturales en sus territorios y fuera de ellos, cómo participaran en la elaboración de normas, reglamentos y leyes respecto a la conservación y aprovechamiento sustentable de la biodiversidad que la nueva juridicidad está reconociendo como perteneciente a dichos pueblos, como abordarán el diseño de instrumentos y el establecimiento de Consejos, comités de vigilancia y supervisión y otros organismos que coadyuven al cumplimiento de la ley? y ¿Cómo podemos ayudar a estos pueblos y organizaciones a sortearlos desde la etnobiología?
¿Cuál es la estrategia DESDE LA ETNOBIOLOGÍA para que en la siguiente década además de solamente quejas y recurrencia al orden legal, las comunidades locales, los pueblos y las organizaciones indígenas puedan apropiarse socialmente de los recursos de la biodiversidad y desarrollar planes, programas y proyectos para el uso y aprovechamiento sustentable de dicha biodiversidad?
Comentarios
La integración de estas normativas, pueden ir sustentadas desde la academia cómo forma de protección ante demandas, amenazas o peligros de los demás investigadores, así como para evitar perder esta vía de acceso con la población local con el cual podrá realizarse una investigación. Es importante mencionar que la formulación de códigos de ética de asociaciones profesionales, puede ir ligada a convenios o protocolos de trabajo internacionales que se han estipulado para la protección del conocimiento local e indígena (Argueta, 1999).
Los etnobiólogos deben comprender su papel como investigador, si se sigue el esquema de las tres vertientes de German Escobar (2002), es posible ubicarnos desde la postura de lo "etno" como una forma de orientar mi investigación (etic) o bien desde la posición de comprender estas formas de entendimiento sin menoscabarla con comparaciones de la ciencia occidental (Tyler). Al final considero que más que ser depositarios o analistas, el etnobiólogo es un difusor de esta información tanto como protección de estos conocimientos y poblaciones, como para generar disrrupciones en las ciencias occidentales mediante la división de ciencias sociales y naturales.
¿Qué es lo que hace realmente ético un reporte de investigación cuando ya se entregó?
Desde la postura de Soler Tovar (2010), el principio ética toma dos formas: la beneficencia de la información y la justicia que puede lograrse con la difusión de esta información. Estos caminos del principio ético pueden considerarse ante los consentimientos informados sean orales o escritos, así como la integración de población local en el proceso de recolección de datos y análisis de la información, esto puede evitar que exista filtración de información ante una vigilancia en dos direcciones.
Considero que las condiciones ante la bioprospección y biopiratería tienen el mismo fondo desde la época colonial, aunque también han mutado en su forma. En estos días las luchas que se dieron por la protección del conocimiento, estrategias de defensa del territorio y seguridad alimentaria, han ocasionado todo un marco jurídico nacional e internacional para su protección. No obstante, las connotaciones políticas ante un ascenso de gobiernos neoconservadores puede originar que estos convenios puedan desestimarse en un futuro «crear una vía legal» para la apropiación de nuevos productos. Considero que la primera postura pueda ser el exigirle al Estado parte firmante del convenio, a que respete los derechos otorgados, sean de autonomía territorial y de reconocimiento como indígena. En un segundo momento, se debe buscar que esta autonomía derive en que no sea el Estado el que pueda mantener el status de protector de estos conocimientos, sino que puedan fortalecerse más en aras de que sea la población local la que decida qué hacer y no hacer con sus recursos.
Otra estrategia es que la etnobiología no deba promocionar «museos humanos» con la forma de organización social, espacial y de transmisión de saberes locales en aras de un aislamiento con el mundo occidental; se debe respetar si los indígenas quieran comercializar y percibir ganancias con los recursos que hay en su territorio. Un caso emblemático de gestión de recursos comunitarios está en la empresa comunitaria indígena de Nuevo San Juan Parangaricutiro.
Por su parte, el manejo inteligente y consciente de los recursos, convocado por Soler-Tovar (2010), implica que se deben de reconocer los limites que los propios recursos tienen por su carácter finito, a la par de las también limitadas capacidades re-generativas que la la naturaleza tiene para reponer lo extraído. Eso también tiene que ver con el modo en que se dan a conocer los resultados, por ejemplo, de investigaciones relacionadas con el impacto ambiental, ya que lo que se pretende es crear esa consciencia, o enfatizar en ella, para lo que se llama comúnmente explotación sustentable de recursos naturales. Lo contrario sería dar continuidad a una sobre explotación de todo, incluida la fuerza de trabajo vista en las comunidades de indígenas empobrecidos por el mismo proceso productivo. La geopiratería, sería otro de los puntos a tratar en la agenda ética de cada investigación, promoviendo estrategias para el control de datos que reduzca al máximo las posibilidades de filtración de información. A este punto se apegan, generalmente, los lineamientos de la ISE en cuanto a las normas de conducta y la manera en que los investigadores toman sus decisiones en pro de una buena practica de sus labores.
En todo caso, la participación mutua de quienes quienes forman el complejo pueblo-biodiversidad y quienes lo investigan es, y será, la base para el desarrollo de una practica ética de la Etnobiología, buscando proponer, como lo hace Escobar (2002), pero sin imponer en los modos en que las labores se han de realizar en torno a cada comunidad.
Finalmente, se deben de considerar todos estos aspectos como parte de los retos que la disciplina etnobiológica tiene para el futuro inmediato contemplando la experiencia adquirida en décadas pasadas. Un tema en particular es la elaboración de discursos en base a trabajos etnográficos y la forma en que los grupos indígenas los vuelven propios (Brosius 1997). De esta forma se puede garantizar el buen desempeño de toda labor, sin perjudicar a los intereses que las comunidades indígenas o locales tienen sobre sus propios recursos.
Pero aun a pesar de estos avances, el debate ético no parece acercarse a resolver la integridad de las implicaciones que tiene la intervención, o por decirlo de otra forma “el encuentro” entre la ciencia y el conocimiento tradicional y local. Tampoco se espera que todas las aristas de esta compleja situación sean resueltas desde la adopción de determinada postura ética por parte de quien investiga (postura que es además coyuntural e incubada), se entiende que no todo le compete a este actor, que no es el actor central en la situación y que además no todo está en sus manos. Aun así es necesario, prioritario, que se inserten en el debate ético de la etnobiología, además de la cuestión cultural en la que ya se ven avances, las cuestiones económicas y políticas. Si bien “investigador” y “corporación” no son precisamente sinónimos, la relación entre ambos es siempre insumo para los desarrollos tecnológicos y por ende de todas sus implicaciones políticas, que en la coyuntura actual encuentran su máxima expresión en las patentes y los derechos intelectuales.
La comunicación del conocimiento tradicional a través del reporte de investigación debe considerar el previo cumplimiento de los principios éticos, que son propios del valor de la concienciación histórica necesaria en las intervenciones de las etnociencias. Siendo que en caso de omisión o acción del investigador con consecuencias negativas una vez presentado el reporte de investigación, debe de imponerse el acercamiento a los sujetos cuidadores del conocimiento local para establecer mecanismos justos, equitativos e implementables de compensación moral, económica y normativa.
Pero además tenemos la tarea de enfrentar los valores neocoloniales que subyacen en las prácticas etnocientíficas, para implementar todas las consideraciones éticas que permitan investigaciones respetuosas de los pueblos cuidadores del conocimiento tradicional, de sus espacios, los seres no humanos presentes, las prácticas y creencias persistentes o memoriables. Ello pasa por acciones como el reconocimiento de los sujetos involucrados como colaboradores expertos o coautores, según sea acordado previamente, y con formas de difusión y secretividad claras.
comunidades locales, incidan en la toma de decisiones y en la gestión social de los recursos naturales en sus territorios y fuera de ellos, cómo participaran en la elaboración de normas, reglamentos y leyes respecto a la conservación y aprovechamiento sustentable de la biodiversidad que la nueva juridicidad está reconociendo como perteneciente a dichos pueblos, como abordarán el diseño de instrumentos y el establecimiento de Consejos, comités de vigilancia y supervisión y otros organismos que coadyuven al cumplimiento de la ley? y ¿Cómo podemos ayudar a estos pueblos y organizaciones a sortearlos desde la etnobiología?
Los marcos normativos para la protección de los conocimientos tradicionales sobre el patrimonio biocultural, especialmente aquellos vinculados a los pueblos indígenas, tienen un amplio alcance con instrumentos como el Convenio 169 de la OIT (1989), la Declaración de la Naciones Unidas sobre los Derechos Indígenas (2007) y la Declaración Interamericana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2006); así como de las normas específicas de alcance general como el Convenio de Diversidad Biológica (1992) y su aplicación a través del Protocolo de Nagoya sobre Acceso a los Recursos Genéticos y Participación Justa y Equitativa en los Beneficios que se Deriven de su Utilización (2010); así como el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad (2003). A partir de las obligaciones contraídas por los Estados para respetar dichas normas, es que los investigadores etnocientífícos con la implementación de acercamiento metodológicos como el IAP retomados por Argueta (1999), podemos acompañar a los pueblos en el reconocimiento del potencial de su conocimiento para concretizar formas de protección y aprovechamiento de su riqueza biocultural.
Finalmente, una posible estrategia para la apropiación social de los pueblos sobre su riqueza biocultural es el reconocimiento formal de los valores tangibles e intangibles configuradores de la territorialidad de los pueblos; ello reflejado en nuevas formas de administrar sus espacios en respecto a la autonomía y con intervenciones etnobiológicas a partir del diálogo honesto.